Aquel día me abrumó la sensación de nostalgia y al cerrar los ojos pude transportarme a una época temporal en la cual ella existía. El hermoso poder de la imaginación es lo único que la mantenía viva en lugares de mi mente que hacía mucho tiempo no visitaba. Mi nombre es Ernestina, soy astrofísica y un poco escritora también por eso hoy estoy aquí para plasmar en papel lo que sucedió ese día. Estaba caminando a mi laboratorio para terminar de analizar unas muestras del Amanica Muscaria que encontré en una de mis caminatas en el bosque, cuando estaba por entrar escuché un ruido extraño, olvidé mencionar que mi laboratorio queda en el jardín de mi casa, es un lugar un poco oscuro, a veces cuando el silencio se apodera del ambiente crujen las maderas grises de la pared. Decidí investigar y recorrí todo el lugar iluminado por la luna, en el camino me crucé con Aurora, ella es una gata negra que rescaté un día de lluvia, es arisca pero cálida y muy independiente. No pude encontrar nada que explique el origen del ruido, se escuchó al viento abriendo las puertas de manera eufórica anunciando su presencia. Seguí con mi actividad porque me interesaba saber mucho más sobre el veneno que contenía la muestra, tengo una especie de obsesión con los hongos, me fascinan y mi estudio de ellos es más hobby que otra cosa. Eran las dos y media de la mañana cuando volví a escuchar un estruendo sin origen lógico, debo admitir que una sensación de miedo recorrió mi cuerpo por unos microsegundos, la diferencia es que esta vez pude sentir un cambio repentino de clima, me resultó muy extraño pero de todas formas intenté ignorarlo mientras caminaba hacia mi habitación, creí que era el cansancio así que decidí dormir. Entré a mi cuarto, es un lugar al que aún no me acostumbro, su ausencia hace ruido y daño, dormir sola después de conocer la calidez de sus abrazos es la peor tortura que pude sentir en mi vida. Alfonsina falleció hace un año sin embargo siento que fue ayer, nunca creí que la existencia de una persona alteraría mi realidad, con ella conocí el genuino amor, ella fue mi compañera de existencia terrenal. 

"Erne, vamos a desayunar al jardín y de paso regamos las margaritas" me decía todas las mañanas mientras sonreía. Ese recuerdo tengo en mi mente todas las noches esperando quedarme dormida, dormir es la única barrera entre ella y el dolor que aún siento. Cuando desperté al otro día pude sentir una energía diferente en el ambiente, algo extraño había así que me dirigí hacia el baño, sentí que dormí tan profundo que necesitaba una ducha de agua caliente para despertarme, cerré los ojos mientras lavaba mi pelo y organizaba en mi mente lo que tenía que hacer en el día hasta que una voz familiar llamó mi atención."Erne, estás ahí?" escuché desde la otra habitación de la casa. Me quedé muda, atónita, sin posibilidad de decir ningún tipo de palabra. Apagué la ducha, me vestí y abrí la puerta, caminé de la forma más sigilosa que existe, mi cuerpo temblaba, mi respiración parecía ser muy lenta y mi habla, ¡mi habla! dubitativa por supuesto. Bajé las escaleras cuando de repente aparece ella, en casa, en la cocina esperándome. La miré a los ojos, sentí que mi corazón se detenía, quise decir algo pero tartamudeaba.                                                                  

-Sina, no, no, esto no es posible, no estás acá-                    

 -Erne mi repentina ida no nos permitió despedirnos, no pude abrazarte por última vez-. Interrumpí sus palabras para correr a sus brazos cálidos, rompí en llanto y tristeza.

-Vine a darte un regalo, uno que es único y por favor no busques explicaciones, no pienses en ciencias tratando de buscar lógica, acá no hay, tengo en mi bolsillo derecho un pequeño reloj de arena que me fue otorgado, solo dura dos horas, me tomó un año pero lo conseguí y quiero compartir ese tiempo con vos- dijo mientras agarraba mi rostro con delicadeza. Nos fuimos al jardín, sí, al jardín, a regar sus margaritas y besarnos, a abrazarnos por muchos minutos, nos reímos y lloramos, no nos preguntamos sobre lo que pasaba actualmente con nosotras, sólo había tiempo para decirnos que nos amábamos.        

-¿Nunca notaste que estoy siempre con vos, Erne?-

-Creo que tal vez mi mente estaba muy ofuscada por el dolor de tu ausencia, pensar que estabas conmigo como dicen no era una opción. Si estabas quería que fuese físicamente, sabes que cada noche miraba las estrellas hablándote?- 

-Lo sé, pero yo estaba a tu lado no en las estrellas, yo miraba a las estrellas con vos, por eso estoy acá, mi amor fue tan intenso que no podía estar ahí, mi energía seguía fluyendo con la tuya, la conexión será inevitablemente eterna-. Al terminar la oración nos besamos, lloramos y abrazamos, era la despedida que necesitábamos ambas. Faltaban dos minutos para que los últimos granos de arena desaparezcan para siempre. Alfonsina me pidió una lapicera y un papel, escribió y me lo dio doblado. "Ahora voy a estar en las estrellas" me dijo y se desvaneció en el aire justo después de besarme, de despedirme, de darle alivio a mi tristeza. Caminé mientras lloraba y mis lágrimas caían sobre mi ropa, tropecé con una piedra y caí, mis ojos se cerraron. Desperté en mi laboratorio, eran las dos y media de la mañana, "ojalá hubiese sido real" pensé mientras me levantaba del suelo, miré el escritorio, había un papel doblado, lo abrí y decía "Sean dos horas, un minuto o con suerte algunos segundos: compañera de existencia terrenal te buscaré siempre". No fue un sueño, comencé a llorar.

Comentarios

Entradas populares